UNO DE MIS CUADROS

UNO DE MIS CUADROS
LA ALDEA Acrílico sobre tela. 30.5 x 40.5

domingo, 2 de mayo de 2010

UNA RAZA SUPERIOR

Al llegar a su vivienda, Néstor no pudo evitar sentirse triste. La ausencia de su esposa desde hacía tres semanas, lo había sumido en un estado de depresión tan fuerte, que estaba pensando seriamente en cambiarse al departamento de al lado.
Después de escuchar varias veces a todo volumen su "Disco Amarillo", se sintió más animado y se puso a grabarlo en un cassette para poder llevárselo a su trabajo. La casi nula actividad que tenía, pues trabajaba en una oficina de gobierno, también contribuía a que su vida estuviera en un bache difícil de remontar. Lo que más coraje le daba, era que su amada esposa se hubiera fugado con Filemón el afilador, y que como ella se llamaba Consuelo, ya toda la gente de la vecindad le apodaba "el desconsolado".
Tenía que encontrar algo que lo sacara de la monotonía y que le ayudara a elevar su autoestima de una manera definitiva. Alguien le sugirió que conectándose a Internet podría conocer nuevas personas, y establecer contacto con gente de cualquier parte del mundo sin tener que viajar. Sólo tenía que recuperar la computadora que se había sacado en la rifa de fin de año, y que le había prestado a su compadre Jonás para que llevara las cuentas del negocio de comida que éste tenía en el mercado.
Cuando llegó a la fonda, le sorprendió no ver su computadora por ningún lado; la sospecha de que se la hubieran robado en uno de los setenta y ocho asaltos que este local había sufrido en los últimos seis meses, se desvaneció cuando su compadre le mostró que la tenía escondida en la parte posterior de la fonda, dentro de unos guacales, entre jitomates, cebollas y papas. Jonás le explicó que la tenía ahí para no despertar la codicia de los rateros, y además porque nunca supo dónde "picarle" para que funcionara.
Como la vecindad estaba cerca, con dos viajes le bastó para llevarse la computadora a su vivienda. Después de limpiarle todo el cochambre, y dejarla conectada, fue a buscar a un vecino que vivía en la azotea y a quien apodaban el WWW, pues se llamaba Walterio Wenseslao White, y que era experto en todo lo relacionado con Internet; para que lo orientara, pues no tenía la menor idea de cómo conectarse a la red.
Con la ayuda y asesoría de Walterio, quien sólo pidió a cambio de sus servicios que le regalara seis caguamas y un paquete de cigarros "Delicados", a los pocos días ya se encontraba navegando solito en un mundo nuevo para él. Todos los días, al regresar de su trabajo, lo primero que hacía era encender la computadora, para quedarse frente a ella hasta que el sueño lo vencía; incluso en una ocasión, se llegó a quedar dormido ahí mismo, y el teclado le sirvió de almohada.
Como uno de sus temas favoritos era el de los ovnis, los sitios que más visitó, eran precisamente los relacionados con ese tema; y en uno de ellos encontró algo que lo emocionó tanto, que le dieron las seis de la mañana traduciendo el texto de esa página, ayudado por un diccionario Inglés-Español.
Era un anuncio de una organización gringa llamada SETI, dedicada a la búsqueda de inteligencia extraterrestre, y que ofrecía la posibilidad de que cualquier persona que contara con una computadora conectada a Internet, pudiera participar de esa búsqueda.
Solamente tenía que bajar un programa totalmente gratuito, para echar a andar una especie de salva-pantallas que en realidad era un buscador de seres de otros planetas. El anuncio explicaba, que mediante unos radiotelescopios instalados en varios lugares del planeta, dirigidos a todos los puntos del espacio exterior, se obtenían todos los sonidos que de éste provenían, y que probablemente algunos de esos sonidos, podían ser señales de vida inteligente.
Precisamente el programa que Néstor se apresuró a instalar en su computadora, se encargaba de recibir, analizar, procesar y enviar el resultado de regreso a las instalaciones del SETI. Con un poco de suerte, él podría detectar el murmullo de alguna civilización de otro planeta, convertirse en una persona útil no sólo a la sociedad, sino a toda la humanidad; y a lo mejor hasta podría regresar la bella Consuelo a su lado.
Desde que instaló y activó el programa, dejaba la computadora encendida día y noche, sin tocarla para nada, pues no quería interrumpir la recepción y envío de datos, ya que la pantalla mostraba mensajes y números que él no entendía. Lo que tampoco entendía, era que por estar permanentemente conectado a la red, su teléfono estaba siempre ocupado, e ignoraba que la bella Consuelo había estado intentando comunicarse con él, para pedirle perdón por su actitud, y ver la posibilidad de regresar a casa.
Todas las tardes al regresar a su vivienda, se concretaba a mirar el monitor tratando de adivinar qué era lo que estaba pasando, y algo en su interior le decía que cosas muy importantes estaban por suceder.
Mientras tanto, en las instalaciones del SETI, Johny Petty, uno de los encargados de analizar y desechar los datos inútiles recibidos de las miles de computadoras conectadas a ese programa, empezó a sentir que las manos le sudaban de emoción al ser la primera vez que recibía señales de una posible inteligencia. Después de codificar el material recibido, mediante un programa de su propia invención, comenzó a sacar deducciones sorprendentes.
En el informe que presentó a sus superiores, reportaba que la computadora de uno de los voluntarios conectados, enviaba permanentemente algo que desde su punto de vista, era un lenguaje desconocido de una raza aparentemente superior a la humana.
Con esta revelación, un grupo de expertos comenzó a trabajar exhaustivamente en el análisis de esas señales, y llegaron poco a poco a conclusiones estremecedoras: Que los seres que emitían ese lenguaje, no sólo eran superiores, sino que eran mucho más antiguos que la raza humana; que sus actividades eran principalmente nocturnas; que sus intereses más importantes eran alimentarse y reproducirse; que tenían una actitud hostil hacia el ser humano, al que consideraban su principal enemigo, y que era prioritario rastrear la red para detectar la computadora que estaba enviando esos datos para mandar una misión especial de investigación, en el más absoluto secreto.
Una tarde, al regresar de Chiconcuac después de visitar a su tía Cuca, Néstor vio a dos hombres rubios vestidos de negro y con lentes obscuros, parados a los lados del zaguán de la vecindad mientras alegaban quién sabe qué cosas en inglés. Pensando que eran policías fiscales estrenando uniforme, atravesó el patio, y al llegar a la puerta de su vivienda, se encontró con otros dos, uno rubio y otro negro en la misma actitud de vigilancia.
Rápidamente se metió a su casa tratando de disimular su nerviosismo, echó un vistazo a la computadora para comprobar que todo funcionaba normalmente, y se estuvo un rato asomándose por la ventana con la esperanza de que los gringos se retiraran.
En lugar de irse, el negro tocó el timbre insistentemente. A Néstor no le quedó más remedio que abrir la puerta y encararse con ellos. Empezó a buscar mentalmente las palabras en inglés que significaran "¿en qué puedo servirles?", pero el negro se adelantó explicándole en español, que él era originario de Cuijinicuilapa, Oaxaca, por lo que había sido elegido para ser el traductor; y que el motivo de su presencia era investigar porqué su computadora estaba enviando tan alarmantes datos a las instalaciones del SETI.
Emocionado invitó a pasar a los cuatro visitantes a su vivienda, pues querían revisar su aparato; mientras en el patio, la gente de la vecindad se hacía todo tipo de conjeturas respecto a la presencia de los gringos. Una señora decía que desde que lo dejó su vieja, el Néstor se había vuelto medio maricón, y que esos cuatro sujetos eran bailarines de un show sólo para mujeres, y que por eso estaban tan nalgones. Un señor decía que eran funcionarios del PRI, que andaban haciendo proselitismo casa por casa con miras a las elecciones del año 2012.
Aunque la versión que más se difundió, fue la de que eran agentes de la DEA, que venían a investigar a Néstor, pues tenían fundadas sospechas de que él era el principal distribuidor de droga en Tepito. Esta última versión, fue la que escuchó Consuelo, quien había llegado en esos momentos decidida a quedarse con él. Profundamente decepcionada de su marido, decidió regresarse con Filemón, quien aunque siempre andaba tomado, y le pegaba todos los días, por lo menos no era un maldito envenenador de la juventud como el maldito Néstor. Además, Filemón ya le había prometido que si se iba con él a Los Ángeles, nadamás iba a tomar los fines de semana, y sólo le iba a pegar cuando fuera muy necesario.
Los visitantes manipulaban la computadora, y discutían acaloradamente entre sí, sin que Néstor entendiera nada. Después de un rato, parecían tener un veredicto; pero después de volver a discutirlo, volvían a la carga. Introducían disquetes que traían en un maletín, verificando cosas que sólo ellos sabían, y después de una pausa, informaron a Néstor a través de Cleofas Salmerón, el oaxaqueño, que en realidad el programa no estaba instalado adecuadamente, y que tenía conflictos con el módem de su computadora, la cual no había sido capaz de recibir ningún dato de los radiotelescopios del SETI, pero que sin embargo, sí había sido capaz de enviar señales de origen desconocido.
Como las cosas estaban más complicadas, pues ahora había que investigar el origen de esas señales, y los gringos tenían la boca seca por tanto alegar, Néstor decidió ir a la tienda del Chino, a comprar unas cervezas para las visitas. Salió acompañado de Cleofas con dos bolsas llenas de envases de caguama, pues todo indicaba que se iban a desvelar con ese asunto.
Al regresar, en la puerta de su vivienda se encontró con la hija de la portera, quien se encargó de informarle que Consuelo había estado ahí, pero que los rumores que corrían sobre su dudoso proceder, la habían hecho retirarse toda llorosa y decepcionada. Todavía le alcanzó a entregar un recado que le había dejado con sus últimas palabras para él: Néstor Villanueva eres un maldito hipócrita nunca lo creí de ti.
Con el rostro desfigurado por la desesperación, entró en el momento en el que los tres gringos acababan de quitar los tornillos de la computadora, y se disponían a quitarle la cubierta. Lleno de ira, arremetió contra ellos; a uno le estrelló una caguama en la base del cráneo, y a otro le dio un patadón en donde más le duele a un hombre, por muy gringo que sea. Aterrorizados por su inexplicable reacción, los gringos y el oaxaqueño salieron despavoridos de la vivienda, y Néstor los correteaba aventándoles las caguamas que apenas alcanzaban a esquivar.
Al quedar solo, al ver la computadora causante de su desgracia, la levantó en todo lo alto y la arrojó contra la pared, donde estaba la fotografía de Consuelo. Luego se sentó en el suelo y se puso a llorar desconsoladamente.
Las abundantes lágrimas que salían de sus ojos, no le permitieron ver que de la destartalada computadora, salían corriendo docenas de espantadas cucarachas.

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