UNO DE MIS CUADROS

UNO DE MIS CUADROS
LA ALDEA Acrílico sobre tela. 30.5 x 40.5

viernes, 26 de noviembre de 2010

EL CONTADOR DE GOLES

A pesar de que Eusebio ya se imaginaba lo que le iba a pasar, no pudo evitar que le temblaran las piernas cuando le dieron la terrible noticia:
Debido a la difícil situación económica por la que atravesaba el país, la empresa había decidido hacer un recorte de personal y él era uno de los muchos empleados que iban a quedar sin trabajo.
El gerente, amablemente le informó que su liquidación le iba a ser pagada conforme a la ley; pero que por no tener recursos para hacerlo de un solo golpe, la iba a recibir en pagos quincenales de la mitad de su sueldo hasta completar la cantidad convenida. Él tuvo que aceptar las condiciones, pues como contador de la empresa, era quien mejor enterado estaba de que no había dinero.
Durante el camino de regreso a su casa, pudo calcular que por lo menos iba a recibir dinero durante siete u ocho meses; aunque le preocupaba que solamente iba a contar con la mitad de lo que estaba acostumbrado a recibir.
Ya con su familia reunida, les platicó lo que le había sucedido y les pidió todo su apoyo y comprensión mientras conseguía un nuevo trabajo. Además aprovechó el momento para explicarles que iba a tener que hacer varios cambios en las costumbres familiares, pues era necesario adaptarse a la nueva situación.
Una de las cosas que más hondo caló en el ánimo de la familia, fue que ya no iban a poder ir cada quince días al estadio como acostumbraban, sino que los partidos los iban a tener que ver en la tele en blanco y negro de la recámara; pues la pantalla grande la iba a tener que vender, y se iban a tener que conformar con ver solamente los partidos que pasaran por televisión abierta, ya que también iba a cancelar el contrato de televisión de paga.
A pesar de que al día siguiente ya era viernes, se levantó muy temprano y salió a buscar trabajo, empezando por las empresas donde lo conocían, pero solamente recibió palabras de aliento y promesas de tomarlo en cuenta cuando las cosas se pusieran un poco mejor.
Así pasaron varias semanas sin que consiguiera nada, pues como tenía casi cuarenta años y por las preocupaciones parecía como de cincuenta y siete, había ocasiones en que ni siquiera lo recibían.
Un viernes por la noche, Eusebio y su familia, que ya estaban resignados a escuchar por radio el partido de su equipo, pues no había transmisión por televisión abierta, recibieron la oportuna invitación del compadre Ladislao para que fueran a verlo a su casa en la pantalla gigante que acababa de comprar.
Después del partido, que resultó ser un aburrido empate a cero, el compadre Ladislao, que era dueño de una tienda de uniformes de futbol, le hizo una interesante propuesta a Eusebio:
- Compadre, tú sabes que ahorita no te puedo dar chamba porque la tienda no deja mucho, pero el año que entra voy a recibir un préstamo del banco, y con otra lana que me deben, voy a poner la fábrica de uniformes de futbol que siempre he soñado. Ahí sí te voy a necesitar como contador porque vamos a manejar mucho dinero.-
Eusebio agradeció la buena intención de su compadre, explicándole que no iba a poder aguantar tanto tiempo sin trabajar. Además le confesó algo más grave que ni a su esposa se había atrevido a platicar, y era que la depresión lo estaba aniquilando; pues la total inactividad después de haber trabajado casi veinticuatro años sin faltar un solo día, lo hacía llorar cuando estaba solo, o cuando creía que nadie lo estaba viendo.
El compadre Ladislao, conmovido por esa confesión y tratando de que no se empleara en otro lado, le platicó que ya tenía creada una liga de futbol amateur con las escuelas de la delegación; pues tenía calculado que esos equipos iban a ser los futuros compradores de los uniformes que iba a fabricar; y le propuso ser el presidente de la liga mientras se consolidaba el negocio. Además le prometió que iba a ver la forma de pagarle un pequeño sueldo durante su gestión.
Eusebio, que ya estaba cansado de recibir falsas promesas de trabajo, al escuchar lo que su compadre Ladislao le decía, empezó a sentir ese cosquilleo que indica que la vida puede ser más bonita.
- Pero hay una bronca, compadre, tú sabes que el futbol me fascina; que lo he jugado desde que tengo memoria y que he seguido su desarrollo hasta el día de hoy, pero no estoy de acuerdo en muchas cosas; sobre todo en el sistema de puntuación, pues solamente propicia la mediocridad.-
Ladislao sabía que Eusebio no era fácil de convencer; por eso le dijo lo primero que se le ocurrió.
- Mira compadre, mi liga todavía no está dada de alta en la Federación, y la puedo registrar como una liga experimental para que hagas los cambios que tú consideres. Llevamos un registro partido por partido, hacemos una estadística de los resultados y si funcionan tus propuestas, hacemos un informe detallado y hasta lo enviamos a la FIFA para ver si nos toman en cuenta.-
Eusebio no lloró de la emoción como le exigía su corazón, pues ya había llorado mucho durante las últimas semanas y le quedaban unas cuantas lágrimas, pero aceptó la propuesta de su compadre.
Lo primero que hizo Eusebio al tomar el cargo de presidente de la liga, fue publicar el nuevo reglamento para la obtención de puntos:
1.- Se regresa al antiguo sistema de puntuación: Dos puntos por triunfo y un punto por empate.
2.- Se puede obtener un tercer punto si se gana por tres o más goles de diferencia.
3.- El punto extra que obtenga el equipo que haya ganado por tres goles o más de diferencia, se le descontará al equipo perdedor.
4.- Los equipos que empaten a cero, no obtienen puntos.
5.- Los equipos que empaten a cero, y deseen obtener puntos, tendrán que someterse a tandas de penaltis hasta que haya un ganador.
6.- En las tandas de penaltis a que se sometan los equipos que hayan empatado a cero, si hay un ganador por tres goles o más de diferencia, se aplica lo descrito en el punto 3 de este reglamento.
Los jugadores de los equipos recibieron con entusiasmo el nuevo reglamento, pues a los chavos les encantan los cambios; pero lo que más les gustó, fue la posibilidad de quitarle un punto al equipo rival después de golearlo.
Arrancó el torneo, y desde las primeras semanas, se dejaron ver algunos extraños resultados, pues mientras unos equipos llevaban nueve puntos, otros tenían menos tres.
Al principio todo parecía ser un caos, pero conforme avanzaba el torneo, empezaron a surgir cosas buenas, pues los partidos eran cada vez mejores y más emocionantes, pues cuando un equipo iba ganando por dos goles, intentaba meter el tercero para obtener el punto extra; mientras que el equipo que iba perdiendo, trataba a toda costa de acortar la diferencia para que sus puntos en la tabla no disminuyeran.
Con ese nuevo sistema, los chavos que así lo acostumbraban, ya no se podían dar el lujo de ir a jugar saliendo del antro, pues el desgaste físico de esos aguerridos partidos, no se los permitía.
La liga experimental de Eusebio y Ladislao, empezó a jalar mucho público; y con ellos, vendedores de refrescos, cerveza, churritos, banderines, tacos de canasta, fritangas y todo lo que se consume en las entrañables canchas de barriada. Además, en el aspecto deportivo, empezaron a surgir muy buenos cobradores de penaltis y porteros excelentes.
Las gradas de los campos empezaron a ser insuficientes para la gran cantidad de gente que gustaba de esos extraños encuentros, en los que nunca hubo las rechiflas, el descontento y las mentadas que ocurren en muchas ocasiones en los más grandes y cómodos estadios.
El torneo terminó, y las estadísticas arrojaron resultados sorprendentes, pues se anotaron el doble de goles que las ligas similares. El campeón de goleo individual se coronó con cuarenta y dos goles, y hubo un porterito que nada más atajó catorce penaltis.
Los dos alegres compadres quedaron muy contentos con el resultado de su experimento y quisieran continuar con ese sueño, pero la maldita realidad los agarró descuidados.
A Ladislao no le concedieron el préstamo del banco ni le pagaron la lana que le debían. Por lo tanto, su fábrica de uniformes va a tener que esperar y él tendrá que conformarse con seguir atendiendo su modesta tienda.
Eusebio fue localizado por la empresa en la que trabajaba justo un mes después de que le habían acabado de pagar su finiquito, pues por más que buscaron, no pudieron encontrar otro contador mejor que él.
No fue fácil recontratarlo pues puso muchas condiciones para regresar, y no obstante que ahora hasta le pagan más, quisiera seguir contando goles aunque no recibiera sueldo.
Ya puede volver a ir con su familia a apoyar a su equipo al estadio cada quince días, y ahora hasta pueden viajar a otros estados de la república para no resignarse a verlo por televisión.
Su vida cambió por un tiempo, y él piensa que también el futbol puede cambiar un poco; aunque sigue reconociendo que el balón debe seguir rodando y ser tratado con todo el respeto que merece; pues su experiencia le dice que todas las cosas que valen la pena en este mundo, son tan redondas y bonitas como un balón de futbol.

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