UNO DE MIS CUADROS

UNO DE MIS CUADROS
LA ALDEA Acrílico sobre tela. 30.5 x 40.5

viernes, 26 de noviembre de 2010

EL HOMBRE MÁS MALO DEL MUNDO

Si había una persona en el barrio a quien todos le sacaban la vuelta, ése era Omar Gamaliel Tarango, alias "el güero-güero". Toda la gente que tuvo algún trato con él, siempre terminó mal, pues este sujeto los metía en muchas broncas. Abusaba de la buena fe de la gente decente que tenía la desgracia de conocerlo; y cuando alguien se atrevía a reclamarle o intentaba denunciarlo, terminaba salvajemente golpeado y amenazado de muerte. Se burlaba de las instituciones, de la religión, y de todo lo que tuviera algo de nobleza.
Tenía fama de satánico, pues presumía de que el diablo lo protegía debido a un pacto que tenía con él; y había gente que afirmaba haberlo visto expulsar espuma verde por la boca cuando le mostraron una foto de la Madre Teresa de Calcuta. Los hombres le tenían miedo, las mujeres le tenían pavor, y los niños empezaban a verlo como un héroe, pues su personalidad coincidía con las cualidades de sus ídolos televisivos.
Nadie se atrevía a ponerle un alto, pues alardeaba de tener compradas a las autoridades, e incluso se rumoraba que ya había violado a varios policletos. Impunemente extorsionaba a los comerciantes del barrio, regenteaba a las prostitutas de la zona, embarazaba a cuanta fémina se ponía a su alcance, y violentaba todas las normas sociales.
Nadie se explicaba el apodo de "güero-güero" que él exigía ostentar, pues era bastante prieto; pero algunos vecinos aseguraban que era una de sus formas de violentar la realidad. Además se sabía que no usaba su verdadero nombre, ya que las iniciales del nombre que se había inventado, reflejaban más fielmente su forma de ser.
Pero si en su juicio era temible, cuando andaba borracho y drogado, era más peligroso que meter dinero en una caja de ahorros de provincia. Por eso es que cuando entraba a la cantina, todos los parroquianos palidecían de miedo, y si alguno intentaba huir, el "güero-güero" lo alcanzaba y lo volvía a meter a la cantina a patadas, para después obligarlo a pagar su cuenta y la de todos los presentes.
Quienes más sufrían por esta situación, eran don Fulgencio Melgoza y su familia, vecinos del maldito energúmeno, quienes habían tratado de mudarse de la vecindad en varias ocasiones, pero éste los tenía muy acalambrados con una amenaza: -"Adonde quiera que vayan, ahí los voy a encontrar, y no se la van a acabar, pues a mí nadie me abandona así como así."
Don Fulgencio no sabía a quién recurrir para protegerse, pues sabía que el "güero-güero" tenía la intención de violar a sus cuatro bellas hijas. Fue por eso que decidió llamar por teléfono a un programa de televisión que se especializaba en mostrar en cadena nacional las más bajas pasiones humanas, con la esperanza de que la difusión de su caso le diera alguna protección.
Cuando el "güero-güero" fue citado por el personal de contacto de la televisora, casi lloró de felicidad, pues por fin iba a lograr su sueño de mostrarse en toda su maldad ante muchísima gente. Ser considerado como el hombre más malo del mundo que nunca había pisado una cárcel, y probablemente entrar al libro de Guiness por ese hecho, era algo que deseaba profundamente.
Sus problemas empezaron desde que llegó al estudio de televisión, pues lo obligaron a cambiarse de ropa, ya que se había vestido como todo tipo duro que se respete, y se confundía con los musculosos sujetos que supuestamente evitan que los panelistas se dañen. El programa fue titulado por los ingeniosos productores como "Mi vecino es el Chamuco", y de su contenido sólo se enteraron cabalmente los asistentes, pues fueron tantas las groserías que intercambió con el respetable, que los televidentes se la pasaron escuchando beep- beep- beep.
La conductora se dedicó a exacerbar los más primitivos instintos del público asistente en contra del maligno panelista, y éste llegó a dar la impresión de que realmente era un aliado de Satán, pues golpeó a varias personas del público, a los extraños e indefensos miembros del jurado, y pateó en sus partes nobles a los inútiles fortachones. Para decepción de todos, el programa tuvo que ser suspendido cuando el "güero-güero" intentó violar a la conductora.
A partir de ese día, el "güero-güero" cambió; se volvió amable e incluso algo tímido, dejó los vicios y se volvió hombre de su casa. Se sabe que los domingos por las mañanas acude a misa de ocho. Al mediodía se va al parque a darle de comer a las palomas, y por la noche no se pierde "La Hora Nacional". Incluso hay gente que asegura haberlo visto ayudando a cruzar la calle a las viejitas, y que le han oído decir que les va a enseñar inglés y computación a todos los niños de la vecindad.
Nadie se explica su transformación, pero un señor que había sido contratado por él para que le escribiera su biografía y que hasta ya le había compuesto un corrido, sugiere que su cambió se debió a la terrible decepción que experimentó a partir del programa; pues toda la abyección, la podredumbre de pensamiento, la ausencia de valores, la frivolidad, el morbo y la carencia de ética que utilizó para llegar a ser quien fue, la encontró resumida en una aparentemente inofensiva conductora de televisión.

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