UNO DE MIS CUADROS

UNO DE MIS CUADROS
LA ALDEA Acrílico sobre tela. 30.5 x 40.5

viernes, 26 de noviembre de 2010

LA INIGUALABLE NENA PLATEADA

Los nervios no dejaban concentrarse en su tarea escolar a la pobre de Estéfana Bedolla. Generalmente sentía mucho miedo cuando pensaba en las reacciones de su padre. La ponía muy nerviosa imaginar qué iba a pensar Don Odilón Bedolla respecto a su decisión de participar en el concurso al que la televisión estaba convocando, y al cual ya se había inscrito.
Aunque sabía que no le daría permiso de acudir al “casting”, iba a intentar obtenerlo con la ayuda de Doña Gualberta Guadarrama, su madre, y sus tías Filiberta y Austreberta.
Era la gran oportunidad que tenía para dejarse oír cantar en la tele. No importaba si iba a tener que imitar a su cantante favorita, e interpretar solamente sus canciones. El asunto era que se diera cuenta el mundo de que ella cantaba, y cantaba muy bien. Ya después habría oportunidad de cantar lo que a ella le gustaba.
A esas alturas, ya tenía ensayadas todas las canciones de Nena Platas, conocida como la “Nena Plateada”, que era la cantante de moda, y a la cual, una cadena de televisión, a manera de homenaje por las ventas exorbitantes de sus discos, le estaba buscando una doble a través de un concurso entre las adolescentes de toda la república.
Y no era que Don Odilón careciera de sensibilidad para apreciar la bien timbrada voz de su hija, pues en fiestas familiares no sólo la animaba a interpretar un repertorio de canciones que él mismo le había escogido, sino que además la acompañaba con su guitarra y le hacía discretas observaciones cuando se salía de tono o se descuadraba. Pero meterse en el mundo de la farándula, ya era otra cosa.
Como él en su juventud había tocado y cantado en el trío “Los tecolotes pardos” y con ellos intentó sin éxito destacar en el medio artístico, tenía una opinión muy adversa hacia todo eso. Prefería la bohemia familiar y las convivencias musicales con amistades afines, pero el medio artístico le repugnaba, pues afirmaba tener pruebas de que estaba lleno de maricones, lesbianas, drogadictos y pederastas; y que todos los artistas que triunfaban, habían tenido que dar algo a cambio. Y cuando decía “algo a cambio” se daba una sonora palmada en la nalga derecha.
La rotunda negativa de Don Odilón, fue acompañada de una amenaza para Estéfana: “Si sigues con esas ideas, te voy a mandar con tu tío Ciriaco a que le ayudes a ordeñar vacas en Maravatío”
La fecha límite para el “casting” se acercaba, y una mañana, Estéfana acompañada por dos amigas de su salón, faltaron a clases para que se presentara a la prueba, pues ya estaba citada, y le habían puesto un ultimátum. Le tomaron sus datos personales, la hicieron esperar un buen rato, y cuando le tocó probarse, le pusieron una pista de la canción “No se te olvide que me debes cien besos” que ella cantó con mucha convicción. Como pareció gustarle a los encargados de la prueba, la hicieron cantar “Se me está arrugando el alma otra vez”, y en esta segunda interpretación, creyó escuchar algunos discretos aplausos.
La condujeron a un camerino, donde la maquillaron y peinaron como la “Nena Plateada”, le tomaron muchas fotos desde varios ángulos y ya en esas condiciones la hicieron interpretar, ahora ante más gente, el éxito “Tú tienes la culpa de que yo camine así”.
Le dijeron que tenía muchas posibilidades, pues además de que cantaba muy parecido a la “Nena Plateada”, su imagen tenía muchas similitudes con la artista. Incluso uno de los encargados de la prueba, se atrevió a decir que eran idénticas y casi le aseguró que ella iba a ser una de las 50 finalistas que iban a salir por televisión.
No le platicó a nadie de la familia lo que acababa de hacer, y decidió que si era requerida para concursar, se iría de su casa, y aceptaría la invitación de Rómula O’Hara, su mejor amiga, de mudarse a su casa mientras se calmaban las cosas. Agradecida con su amiga por el apoyo, la invitó a un concierto de la “Nena Plateada” para también celebrar de la mejor manera que la hubieran tomado en cuenta en el “casting”.
La noche del concierto fue todo un caos, pues el auditorio no había abierto sus puertas a los miles de fans que se arremolinaban en torno a ellas. Un empleado del lugar, con un megáfono anunció que el concierto se suspendía, y que el importe de los boletos se regresaría en los mismos lugares en que habían sido adquiridos. Pero ninguna otra explicación para una multitud de jóvenes enardecidos que ya empezaban a causar destrozos en el local, hasta que la llegada de la policía los dispersó.
Al llegar a casa, vio los noticieros de la noche para ver si en alguno de ellos explicaban el motivo de la cancelación, pero solamente se concretaban a decir que por una indisposición de la “Nena Plateada” su concierto de esa noche había sido cancelado, y mostraban las imágenes de los detenidos por intentar incendiar el auditorio, por pintarrajear sus paredes con leperadas y por tratar de asesinar al empleado del megáfono.
En las oficinas de la compañía disquera de la “Nena Plateada”, todo era confusión, pues al desconocimiento del paradero de la artista, se sumaba la llamada telefónica de un hombre que decía tenerla en su poder, y exigía la entrega inmediata de cien millones de pesos por su liberación.
Como el dueño de la disquera era compadre del jefe de la policía, fue atendido de inmediato por éste, quien le aconsejó que no diera la noticia a los medios, y que hiciera lo posible por que nadie se enterara del secuestro. Incluso le sugirió que intentara algún truco para despistar a la prensa, al público y a los mismos secuestradores.
Y tomando en cuenta que la “Nena Plateada” era hija única de un matrimonio que se había mudado a Bagdad, huyendo de la inseguridad del D. F., se les podría ocultar el hecho hasta que fuera liberada, pues según opinión del jefe de la policía, no había necesidad de preocuparlos.
Esa noche, como a las dos de la mañana, unos fuertes toquidos despertaron a la familia de Estéfana. Al asomarse por la ventana, reconoció con angustia a uno de los señores que le hicieron la prueba, acompañado por otros muy elegantes caballeros. Don Odilón los atendió en paños menores, y ordenó a toda la familia que se fuera a sus camas, pues esos asuntos los trataba sólo él.
Por el ojillo de la cerradura de su recámara, Estéfana alcanzaba a ver cómo su padre manoteaba desesperado ante las visitas, levantaba la voz, se calmaba, se volvía a alterar y se volvía a calmar. Vio como los señores sacaban unos papeles de un portafolios y firmaban cosas. Alguien sacó una chequera, firmó un cheque y se lo mostró a Don Odilón.
Cuando Estéfana vio que su padre avanzaba hacia su recámara, presintió lo peor. Llena de miedo, corrió a la cama y se metió debajo de las cobijas para fingirse dormida. Don Odilón tocó discretamente antes de abrir la puerta y decirle en voz baja: “M’hija, creo que estos señores te necesitan”.
La gira por toda la república, arrancaba ese fin de semana y estaban firmadas muchas presentaciones en varios estados. Después habría que cumplir algunas fechas en La Unión Americana, Centroamérica, y como remate, Viña del Mar.
El maquillaje hace maravillas, y en las presentaciones que dio la “Nena Plateada”, nadie pudo notar que se trataba de otra persona. Además con todos los distractivos que se usan en esos eventos para evitar que se noten todas las carencias, se movió con solvencia y aceptación entre sus seguidores.
La disquera estaba encantada, pues como Estéfana cantaba de verdad, no necesitaba del “play back” que tantas críticas le había generado en presentaciones anteriores, y que constituía el único defecto que se le achacaba a la “Nena Plateada”.
Uno de los compromisos que tuvo que atender, fue el de estar presente en el foro de televisión para dar el banderazo de salida al concurso de “La doble de la Nena Plateada”
Fue en ese momento cuando los secuestradores, Sigfrido y Godofredo Montelongo empezaron a encontrarle explicación a la rarísima actitud del personal de la disquera, que a cada llamada que hacían para exigir el rescate, les mentaban la madre y les colgaban el teléfono. Poco a poco fueron llegando a la conclusión de que se habían equivocado de persona, y empezaron a culparse mutuamente de forma tan agresiva, que al rato ya estaban enfrascados en una discusión muy acalorada. Tan frenéticos estaban en la riña, que no vieron, o no les importó que la llorosa secuestrada se les estaba escapando.
Nena Platas, al recobrar su libertad, lo primero que pensó fue acudir a la delegación de policía más cercana, para denunciar el secuestro de que había sido víctima, pero no tenía la menor idea de dónde estaba. Caminó durante horas por calles sin pavimento, y en las paredes alcanzó a ver letreros que anunciaban conciertos ya efectuados, entre los cuales estaban algunos suyos, incluyendo el de la noche en que fue secuestrada.
En una de las paredes donde estaba un poster suyo, le llamó la atención un grafitti que decía: “Dios es inmensamente bondadoso con los mexicanos; se llevó a María Félix, pero nos dejó a Hugo Sánchez”.
Preguntando llegó a la delegación de Topilejo, pero ni caso le hicieron, pues como los secuestradores no la habían dejado bañarse en los casi siete meses que había estado cautiva, pensaron que era una mugrosa niña de la calle con un evidente daño cerebral, debido a las drogas tan agresivas que consumen esos seres.
En la disquera no la recibieron, pues todos los ejecutivos estaban fuera del país preparando los detalles del evento de la “Nena Plateada” en Viña del Mar, porque de ese concierto iban a editar un CD titulado “Juro que ya no soy la misma”.
En el departamento donde había vivido hasta la noche del secuestro, ya vivían otras personas, aparentemente familiares del dueño de la disquera. Como tampoco tenía pertenencias, no tenía el teléfono de sus papás. Decidió irse a quedar al departamento de su novio Jeremy Ixcatlipoca, pero con infinita tristeza descubrió que ahí también, otra ocupaba su lugar.
Fue tal el éxito de las presentaciones efectuadas durante la gira, que la fama de la “Nena Plateada” rebasó todas las expectativas de sus manejadores, quienes convocaron nuevamente al concurso de “La Doble de la Nena Plateada”, pues se decidió instituir ese evento cada año mientras durara su auge.
Todas las aspirantes están reunidas en un gran salón, donde la mismísima “Nena Plateada” acudirá a conocerlas, a darles ánimos y a firmarles autógrafos. La más nerviosa es Nena Platas, aunque también parece ser la favorita para ganar el concurso de este año.
Los que también se ven muy nerviosos, son los hermanos Sigfrido y Godofredo Montelongo, quienes desde un auto con el motor en marcha y encapuchados, esperan la llegada de la artista.
Y esta vez están dispuestos a no fallar.

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